Durante la visita de Puno, viajamos hacia las islas del Lago Titicaca para visitar las islas del lado peruano. Antes de llegar a la Isla de Amantani donde pernoctariamos, la lancha pasa por la isla de los indios Uros.
La Isla de Los Uros queda siempre grabada en mi corazon y me hace volver desde que los descubri en mi primera visita en el año ’98. En aquel entonces los uros ya no vivian en las islas sino que iban para encontrarse con los turistas. Hoy no.
Año a año me encuentro con una mayor poblacion en el lago con todo el impacto ecologico que eso significa y una mayor contaminacion del lago desde su orilla peruana.
Alli viven hoy familias enteras sin ningun apoyo gubernamental, en islas que entretejen con la totora que crece naturalmente en el lago, en condiciones precarias e insalubres pero con una sonrisa que nunca se les va del rostro.
Durante todo el evento, el centro de energia que nos reunio, tuvo siempre como eje al Lago Titicaca.
En el tercer dia, nos quedamos una noche en el lado boliviano.
El hotel que habiamos contratado se encontraba en la parte alta de la isla del Sol. Su atractivo estaba en su localizacion privilegiada que prometia que pudieramos presenciar el amanecer en la Isla del Sol.
Este hecho que pareciera simple, quien conozca el lago, sabe que no lo es porque todas las poblaciones de sus islas miran fundamentalmente hacia el oeste y no es posible ir al este caminando. Se puede llegar solo por el agua en barcazas que se manejan solo por el viento que nunca sopla en ese sentido.
El llegar hasta el hotel no fue tan facil como esperaba. Luego de visitar durante el dia al laberinto de Chinkana en la parte norte de la Isla, fuimos a la parte alta del sur, subiendo y subiendo desde los 4000 a los 4100 metros de altura sobre el nivel del mar, seguidos desde muy cerca por una fuerte tormenta que se parecia tocar nuestros talones mientras subiamos por la montaña, siguiendo un camino de piedra, iluminados solo por nuestras linternas de mineros adheridas a la frente. Cada tanto venian los lugareños a ver como iba nuestra marcha y al preguntarles cuanto faltaba para llegar al hotel solo respondian: «Cerquita nomas»
La subida duro cuatro horas, pero llegamos todos sanos y salvos! y nos demostramos a nosotros mismos que bajo la guia del Espiritu lo imposible es posible porque si me hubieran dado a apostar que si yo llegaria, yo sabiendo donde que quedaba, jamas hubiera ido.
Al amanecer el Espiritu nos premio con una vision y una energia unicas: la paz de un amanecer azul lavanda viendo en mi caso por primera vez, salir el sol en el lago Titicaca.
Una nota insolita para nosotros sobre un hecho que es muy frecuente en el altiplano donde las diferencias de temperatura son vertiginosas de acuerdo a que el sol se muestre o se oculte entre las nubes: En el camino de regreso a la ciudad de La Paz, saliendo de una franja con un sol radiante, de pronto nevo!! Las cholas que vendian en la calle, se cubrieron con lonas que siempre tienen a mano para cubrirse a la espera de que el tiempo mejore. Aqui te lo muestra la foto.
Un abrazo de luz
Brinda Mair