En mi último viaje a París, me propuse recorrer mis lugares preferidos y descubrir nuevos lugares, de esos que conocen los locales y no son frecuentados por el turismo. Esta vez me di la oportunidad de conocer el parque de Buttes-Chaumont, ubicado en el noreste de París, en el distrito 19. Me intrigaba conocer el Templo de la Sibila.
¿Qué es el Templo de la Sibila?, te preguntarás… El Templo de la Sibila es un mirador con vistas a todo el parque de 25 hectáreas. Desde su elevación de 30 metros, se puede apreciar Montmartre, la famosa basílica del Sacré-Cœur, y otros sectores de París. El ascenso al templo requiere caminar por un terreno escarpado, pero vale la pena el esfuerzo. El diseño del templo de la Sibila se basa en el romano Templo de Vesta en Tívoli, Italia, también conocido como el templo de la sibila Tiburtina, famoso en Europa por diversos grabados.
La construcción del parque se realizó sobre canteras que le han dado al terreno su relieve particular. Este parque ofrece una flora rica y variada, compuesta de plantas y árboles exóticos. Muchas aves viven en su lago artificial. También es uno de los más originales con sus cuevas y cascadas y su puente colgante
Historia Oculta de Buttes-Chaumont
Construyeron el Parque de Buttes-Chaumont sobre antiguas canteras de yeso. Durante el siglo XIII, ladrones usaban sus galerías como refugio. Más tarde, el lugar sirvió de vertedero y matadero de caballos. Su historia, como la de otros rincones de París, es oscura. Junto al Canal Saint-Martin, en la zona conocida como L’écluse des Morts (la compuerta de los muertos), se situaba la horca de Montfaucon entre los siglos XIII y XVIII. Esta infundía terror en los parisinos, con sus veinticinco metros de altura y capacidad para ahorcar a sesenta personas a la vez en diferentes niveles. El primer nivel estaba destinado a los delincuentes comunes y el segundo, a las personalidades.
Transformación y Legado
Napoleón III mandó construir el parque en pocos años para rivalizar con los espacios verdes de Londres. Lo remodelaron para la Feria Mundial de 1867. Su inauguración triunfó y le ganó a Alphand, su constructor, el apodo de “ingeniero-artista”. Sin embargo, tras el declive del interés inicial, la burguesía abandonó el parque por miedo a los cuarteles y fábricas cercanas de La Villette. Los trabajadores, por otro lado, lo adoptaron rápidamente, aunque no respetaron las normas de convivencia de un parque público: arrancaron flores, dañaron arbustos y césped, y devastaron los abetos por su uso en tés pectorales. Hoy en día, por suerte, el público respeta más la naturaleza y todos pueden disfrutar del sol, los espacios verdes, el lago y la vista del Templo de la Sibila junto a los franceses.
Fuente consultada: Napoleon.org, Nabaizaleok / Iritzia